¿Quién es Javier Navarrete y quién es El Chico Llama?

Toda esta aventura surge en 2018, aproximadamente. En ese momento trabajaba como diseñador visual para un banco y empecé a sentirme insatisfecho creativamente. Cuando trabajas para una institución de ese tipo, tienes muchas limitaciones –yo venía de Bellas Artes y había dibujado toda mi vida–. Fue entonces cuando comencé a publicar mis ilustraciones en Instagram y poco a poco vi que funcionaban bastante bien en redes sociales. Me presenté a algún mercado de diseño para venderlas en formato lámina y ahí me salieron mis primeros proyectos. En 2019 me pedí un año de excedencia para probar como ilustrador autónomo, para ser El Chico Llama. No quería arrepentirme más delante de no haberlo intentado, pero no sabía si iba a funcionar. Me fueron saliendo proyectos, alargué la excedencia un año más… y hasta hoy.

¿Cómo defines tu estilo?

Mis ilustraciones ahora se centran en dibujar escenas: intento plasmar un momento concreto donde la arquitectura se mezcla con los personajes. Me voy mucho a lo cotidiano, a lugares muy reconocibles o escenas del día a día, familiares para quienes ven las ilustraciones. Intento plasmar en imágenes siempre lo que yo conozco, sin pretensiones, irme a lo bonito que yo veo a mi alrededor. Si ves lo que hacía al principio y lo comparas con lo que hago ahora, creo que podrías notar bastante evolución. Siempre he hecho ilustración digital vectorial, pero he pasado un montón de crisis creativas y al principio me centraba en elementos inventados, en narrativas más infantiles. Poco a poco llegué a escenas sencillas pero cargadas de emoción, que son lo verdaderamente importante y es lo que hago hoy.

Acabas de diseñar la última portada de Ronda.

Ha sido un proceso bastante cómodo. Partiendo de los materiales que el equipo me hizo llegar, pude sacar la paleta cromática con los colores clásicos de Iberia. Este punto de partida me llevó a querer pintar un amanecer, lo cual creo que va muy bien con el momento, con ese llegar a un nuevo destino, como es Orlando para Iberia. En cuanto a la composición, el niño en el centro de la escena habla un poco de la ilusión que genera conocer un lugar así, lleno de magia.

¿Dónde has encontrado la inspiración para Orlando, nuevo destino de Iberia?

Curiosamente, Orlando es un destino que tengo pendiente visitar, así que, como decía en Instagram cuando presentaba la portada, me basé en algo que yo sí había vivido: el sueño que tenía de pequeño de visitar a Walt Disney World Resort. Fue chulo poder volver a la ilusión que hubiese sentido al llegar como niño a un lugar así. He intentado que la portada nos haga recordar la impresión que sientes al viajar cuando eres pequeño, porque cuando creces parece que ya nada te impacta tanto. Esta es una escena que nos habla de la magia de las primeras veces.

¿Cómo cambian tus ilustraciones cuando añades movimiento, como has hecho con la portada de Ronda?

Hace dos años hice un máster de motion graphics precisamente con la idea de dar vida mis ilustraciones. Intento hacer animaciones muy sencillas, pero creo que le aportan un punto más a cada pieza. En el caso de la portada de Ronda, cuando comparé la imagen estática con la imagen en movimiento sentí que parecía, desde la humildad total, el comienzo de una película. Yo soy muy crítico conmigo mismo, pero intento que mis ilustraciones siempre transmitan mucha positividad y creo que, en el caso de la portada en movimiento, con cuatro elementos muy simples, conseguimos hacer algo muy chulo.

Has retratado muchos destinos, desde Barcelona a Nueva York, para otros proyectos. ¿Cómo escoges qué lugares retratar en cada ciudad?

Una regla que tengo conmigo mismo es que intento dibujar siempre aquello que he vivido. Creo que no es lo mismo plasmar algo que has visto tú a dibujar algo a través de la foto o el relato de otro. Esto hace que la imagen que yo tengo como turista de Nueva York no se parezca en nada a la de un neoyorquino, pero esa distorsión también hace que la ilustración se convierta en una especie de foto “pintada”. De repente, todo el contexto influye en el dibujo: mi momento vital, la estación del año, la luz que hay en ese momento, la gente que veo en el entorno y que luego plasmo en la ilustración... Todos esos elementos hacen que un rincón en particular despierte algo en mí. Es un proceso un poco terapéutico, siento que con lo rápido que va la vida ahora mismo, todo se olvida muy fácil y sentarme a ilustrar me obliga a recordar ese momento. Los dibujos se vuelven un poco cuaderno de bitácora de lo que he vivido.

Madrid es frecuente en tu trabajo. ¿Es una ciudad inagotable?

Sí, la considero musa. He tirado mucho de ella porque es mi ciudad y es el paisaje que conozco. Ahora se ha convertido en una ciudad frenética y muchos de sus rincones ya los conoce todo el mundo, pero cuando yo empecé me costaba encontrar ilustraciones que destacasen lo bonito de lo cotidiano en Madrid. Al principio, me centré en los monumentos más icónicos, pero ahora intento darle más valor a la vida de barrio, a mi entorno, mis vecinos…

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